Julio Garrett Aillón es un hombre feliz. O, por lo menos, trata de serlo la mayor parte del tiempo. Su felicidad es mayor, sin embargo, cuando le toca ocuparse de uno de sus mayores logros personales, o cuando tiene que hablar sobre ello. Es bromista a ratos y casi siempre está ocupado.
Lo que lo mantiene así es la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), su máximo logro personal. O como él mismo dice: “Esta universidad, para mí, significa una verdadera realización personal”. Y tiene que serlo, sino no estaría tan contento siempre.
Pronto dejará de ser rector, pero eso a él no le preocupa. “Yo voy a quedar con el título de rector honorario de la universidad por el resto de mis días”, dice. Un justo reconocimiento, diría cualquiera.
Es que, claro, Julio Garrett Aillón no sólo es el creador de la UASB, sino el responsable de que en sus aulas hayan nacido proyectos como el Centro Internacional de Convenciones, actualmente en construcción, y el Proyecto de Irrigación Cachimayu, una visión de desarrollo bastante ambiciosa, que podría cambiarle el futuro económico a la región y al altiplano boliviano.
Y a pesar, una vez más, de que pronto dejará de ser rector de la UASB, Garrett no pierde el tiempo en ponerse melancólico o en adoptar un estado de ánimo parecido. Continúa haciendo planes para la UASB, para la región y para él mismo.
CORREO DEL SUR (CS): ¿Como recibió la noticia de que ya no será más rector de la Universidad Andina?
Julio Garrett (JG): Era natural prever una renovación, puesto que yo había estado ejerciendo el cargo de rector por tres periodos. Debo señalar que recibí el apoyo de todos los estamentos de la Universidad, para que pudiera ser nuevamente rector porque, de acuerdo al estatuto, se realiza una consulta previa entre los profesores, estudiantes y los empleados, para que expresen su criterio, su opinión, sobre quién debe ser el rector.
Aquí, en Sucre, yo tuve un apoyo contundente. Obtuve 80 votos contra 1 de mi contendor. Y en La Paz, 92 votos contra 28 de mi contendor. Fue una victoria muy clara.
Con esos resultados yo podía haber, legítimamente, aspirado a un nuevo periodo, pero surgieron circunstancias que me hicieron ver la conveniencia de declinar mi candidatura en beneficio de la institución, con el objeto de evitar que en la Universidad, surja un proceso de desajuste o desintegración.
CS: Y ahora, ¿cómo se siente? Ya faltan pocos días para que usted deje esta institución.
JG: Siento una gran satisfacción. Esta Universidad, para mí, significa una verdadera realización personal, puesto que fui yo quien propuso su fundación. Es por eso que el Consejo Universitario, como un reconocimiento, me confirió el título de rector honorario. O sea, yo voy a quedar con el título de rector honorario de la Universidad por el resto de mis días. También recomendó (el Consejo Superior) que el campus (actualmente en construcción) lleve mi nombre. Yo no he querido poner ninguna placa, porque eso no me corresponde hacerlo a mí, sino a las autoridades que me sucedan.
CS: ¿Cómo nació la Universidad Andina?
JG: Yo propuse la creación de la Universidad en el Parlamento Andino, cuando yo era presidente del Parlamento Andino (en 1985). En ese mismo tiempo, yo era Vicepresidente de la República. Entonces, tenía por la influencia propia de mi cargo, la posibilidad de dar los pasos iniciales para crear la Universidad, darle una estructura real. Por ejemplo, esta casa que nos fue entregada por la Universidad San Francisco Xavier, que es la dueña, nos dieron en usufructo por 25 años. Si yo me he empeñado en hacer el campus, es para que la Universidad tenga una casa propia, una estructura propia, lo cual es una garantía de que la Universidad es un proceso irreversible, una realidad que salir adelante.
CS: A propósito de proyecciones, ¿cómo ve usted a la Universidad Andina en el futuro. ¿Convertida en qué?
JG: En una universidad más completa, porque actualmente sólo somos una universidad de posgrado. Necesariamente, debemos complementarla y trabajar y organizarnos para desarrollar la universidad como una universidad de pregrado. O sea, formar en la Universidad Andina a profesionales de diferentes carreras. Ingeniería, Derecho, Medicina, Economía, en fin… Esa es la próxima fase y ahora ya hay condiciones objetivas para avanzar en ese sentido porque, como usted ha visto, ya existen aulas. Es una universidad que tiene como finalidad servir al proceso de integración.
CS: ¿Por qué es importante esta universidad?
JG: Esta universidad se caracteriza por algo que es lo esencial de la orientación que yo he podido darle. El resultado de las investigaciones que se realizan en la Universidad Andina no son resultados que se archivan como simple ejercicio teórico en la formación profesional. Esos resultados procuramos nosotros encaminarlos a proyectos de utilidad para la sociedad, a proyectos que sirvan a Sucre, a la región, al país. Y en esa lógica, nosotros hemos desarrollado en la Universidad proyectos como el Centro Internacional de Convenciones.
CS: Lo mismo que el proyecto Cachimayu.
JG: Claro. El proyecto Cachimayu es producto de los cursos que se han realizado aquí, particularmente el curso sobre agricultura intensiva de zonas semiáridas, que se realizó con la participación de dos ingenieros de la Universidad de Almería, de España.
CS: Con todo ello, ¿usted está dejando un modelo de universidad?
JG: No un modelo. Esta universidad es una universidad de posgrado. Yo no pensaba que esta universidad se debía organizar como una simple universidad de posgrado. Yo siempre pensé que debía ser un gran centro de investigación y de transferencia de nuevas tecnologías. Comenzó así. Hicimos un gran proyecto de monitoreo de tecnologías, para transferir las nuevas tecnologías. Se hizo, ha funcionado en Sucre, en los primeros años, hace 18 años, con el apoyo de la Unión Europea.
CS: ¿Qué es lo mejor que le han dicho los estudiantes que se han formado en esta universidad?
JG: Quizá el reconocimiento de la calidad académica de nuestros cursos. Esa credibilidad académica, ese reconocimiento de la excelencia de nuestros posgrados, es la base de nuestra sostenibilidad económica, porque si esta universidad no fuera buena, no vendrían aquí los estudiantes. Eso nos permite autosostenernos, sin tener el subsidio de ninguna fuente. Esa es una de las cosas mas gratificantes que más nos reconforta.
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