Ahora, a diferencia de lo que sucedía unos 20 o 30 años atrás, existen más jóvenes que se dejan llevar por sus preferencias para elegir una carrera de pregrado; atrás quedaron las presiones familiares y sociales.
María Elena Lora es coordinadora del Servicio de Orientación Vocacional de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, de la ciudad de La Paz. Ella vio en el último tiempo un cambio respecto de las motivaciones de los bachilleres.
La psicóloga explica que hay cuatro determinantes para los alumnos que optan por seguir estudios universitarios. En primer lugar están los ideales que tienen los jóvenes respecto al futuro. “Esto se refiere a la forma de idealización que tienen sobre ellos, qué les gustaría ser y cómo se ven en el mañana”, dice la experta.
El segundo aspecto gravitante para la elección de la carrera es el económico. “Esto se observa en las pruebas vocacionales que se hacen y algunos se interesan por este factor”.
Los ideales familiares son otro parámetro con un peso importante a la hora de la decisión académica. “Porque hay gente que quiere seguir los pasos del padre o del abuelo, o familias que incentivan esta elección”.
Por último, están los bachilleres que optan por seguir estudios de pregrado según “lo que les gusta hacer. Es más frecuente que elijan la carrera al margen de los intereses sociales o familiares”.
En el pasado, explica Lora, las presiones del entorno eran determinantes para los bachilleres. “Es un tema que hace 20 o 30 años difícilmente se podía evitar. No era algo común que los muchachos elijan las carreras con tanta libertad como lo hacen ahora”.
Según el razonamiento de la psicóloga, cuando alguien tenía aptitudes para el dibujo, la opción más cercana era estudiar Arquitectura. Lo mismo pasaba con otros rubros donde se privilegiaba una carrera con “futuro” que una por elección del bachiller.
Género. Con el paso del tiempo también se dieron otros cambios en beneficio de los estudiantes. Por ejemplo, ahora las mujeres tienen más poder de decisión para elegir qué estudiar. Según la experta, “si bien las carreras estaban siempre abiertas para ellas, ahora hay más mujeres que se deciden por seguir profesiones que antes eran predominantemente de hombres. Esto sucede, por ejemplo, en las carreras de Ingeniería y otras”.
La convivencia entre alumnos varones y mujeres en las aulas de estudio se ha dado con naturalidad, dice Lora. Pero, además, algunas tienen mejores perspectivas académicas en la carrera, debido a su capacidad de síntesis.
Ellas también se decidieron por optar a carreras según su preferencia vocacional y atrás dejaron los prejuicios familiares y sociales del pasado.
Especialización. Algunos colegios han optado por incorporar especialidades en su malla curricular. Es más, la Constitución Política del Estado reseña que el sistema educativo se basa en una educación abierta, humanista, científica, técnica y tecnológica, productiva, territorial, teórica y práctica, liberadora y revolucionaria, crítica y solidaria.
Por su parte, la Ley Avelino Siñani promueve que los bachilleres del país tengan un título de bachillerato técnico humanístico. De esta manera se pretende que los alumnos no tengan mayores problemas en la elección de sus carreras y que sepan con antelación qué es lo que desean estudiar.
Según Lora, psicóloga de la Universidad Católica, la mayoría de los bachilleres tiene un preconcepto de qué carrera seguir a nivel de pregrado. Lo que algunos necesitan es una adecuada orientación para una elección adecuada.
Una correcta elección, en este aspecto, es decisiva para un desarrollo educativo acorde a las expectativas del alumno. De lo contrario, los bachilleres pueden optar por el traspaso de carreras, con los problemas que esto implica.
Para fortalecer la correcta elección de una profesión, las casas superiores de estudio cuentan con departamentos de Pedagogía y Psicología para ayudar a los recientes bachilleres en este proceso de selección educativa.
Por ejemplo, la Universidad Católica tiene un test complejo para los bachilleres. Esta prueba está plasmada en un cuadernillo que debe ser llenado por los postulantes. Se requieren dos jornadas para completar dicho examen.
En los tests se descubre, por ejemplo, a jóvenes que tienen habilidades para el razonamiento en materias exactas, pero que también se interesan por otras cosas. “Tenemos un amplio material de trabajo y gracias a esta batería de información obtenemos elementos de la personalidad de cada estudiante y sus inclinaciones vocacionales”, explica Lora.
Otras casas de estudio han colocado sus tests vocacionales en sus páginas de internet. Por ejemplo, la Universidad Loyola y la Universidad Utepsa (de la ciudad de Santa Cruz) ofrecen este servicio. Ambas advierten que los alumnos deben asistir a las casas de estudio para tener entrevistas con los especialistas.
Las dos pruebas se pueden llenar electrónicamente y los resultados también son de fácil accesibilidad. Además, según las respuestas, las universidades proponen carreras que podrían ser del agrado de los postulantes.
Esta prueba es común en distintas partes del mundo y también en los países de esta parte del continente. En todos los casos, los bachilleres tienen un abanico de opciones para elegir de manera correcta.
Con todo, en el último tiempo, los exámenes vocacionales se supeditan a la voluntad de los bachilleres que buscan un futuro académico para sus vidas. Y, según Lora, los estudiantes de estos tiempos se dejan llevar por sus intereses, antes que por presiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario