jueves, 17 de mayo de 2012

Universidad boliviana para mayores

LA VIDA NO TIENE POR QUÉ TERMINAR DESPUÉS DE LOS 60 AÑOS | ESA ES LA CONSIGNA DE LA UNIVERSIDAD PARA LA TERCERA EDAD DE BOLIVIA.

Todo comenzó con un sueño que tuvo hace ocho años el director de la Pastoral Universitaria de la UCB, el sacerdote boliviano Ricardo Zeballos, en el que veía a sus padres jugando a lanzar piedras a orillas de un lago y, de pronto, se quedaban sin diversión.

"Los vi con las caras tristes. Me dijeron 'Se acabaron las piedras, ¿qué vamos a hacer ahora?'. Y yo les dije que iba a hacer una universidad para ellos, para que se distraigan", comenta Zeballos.

Al día siguiente, llegó a su oficina con esa idea y así se comenzó a gestar la universidad para mayores de 60 años, pero no para ofrecerles conocimientos académicos, sino para ayudarles a que retomen el protagonismo en sus vidas, que sigan siendo "ciudadanos activos y creativos" y que incidan en su entorno.

"De inicio les decimos que esto no es una guardería donde van a venir a distraerse o a perder su tiempo, sino a despertar nuevamente a otro momento de su vida, no como ha sido antes sino a algo diferente, con la misma calidad, pero con nuevas visiones", agrega el sacerdote, que es también director de la universidad.

En 2004 se tuvo una primera experiencia piloto que duró unos meses, pero que permitió definir la base para la futura Universidad para la Tercera Edad (UPTE), que se sostiene en tres pilares: lo primero, indica Zeballos, "es situar al adulto mayor en el aquí y ahora, luego se le ayuda a reflexionar sobre su vida pasada y lo que hizo para llegar al momento actual y, finalmente, se le pregunta cuál es su visión a futuro".

"No es llenarse de conocimientos. Como en la escuela (...) De pronto, se dan cuenta de que ya todo está escrito en el libro de sus corazones y que simplemente tienen que releer su experiencia de vida y reorientar su mirada", afirma Zeballos.

Estas reflexiones se logran mediante diversas actividades a lo largo de un año, como cursos y talleres de Gestores Sociales, Preparación para la Jubilación, la Escuela del Abuelo y Abuela Educadores y las Comunidades de Vida y Servicio, además de sesiones semanales de "aeróbicos de bajo impacto".



DESDE ANALFABETOS HASTA DOCTORES

La universidad tiene una población estudiantil bastante heterogénea, ya que recibe desde personas que no saben leer ni escribir hasta quienes tienen doctorados.

Y aunque son todos aparentemente diferentes, "su punto de conexión son las problemáticas relativas al envejecimiento, como la soledad, las relaciones familiares o las inquietudes por seguir aprendiendo", según explica la coordinadora general de la UPTE, Valeria Sandi.

"Eso sí, antes de aprobar su ingreso, se les hacen entrevistas personales para conocer sus historias y evaluar su "grado de compromiso" para cumplir con el año de universidad", señala la coordinadora administrativa Dolly Alurralde.

Una vez dentro y superados los miedos que implica todo inicio, "se genera una revolución cultural del envejecimiento porque despiertan y se dan cuenta de que envejecer no significa el fin de nada, sino que es una oportunidad para seguir aportando a la sociedad", sostiene Sandi.

Agrega que esto ocurre porque los mayores de 60 "ya han cumplido con ciertos roles y están en un momento en sus vidas en que tienen el tiempo y la experiencia para poder aportar a lo que a ellos realmente les interesa como ciudadanos". Y de ello dan cuenta las siete promociones y 700 personas que han pasado por la UPTE hasta ahora.

Ese fue el caso de César Morales García, jubilado de 72 años que lleva una década jubilado y sentía un "vacío de soledad" que incluso le llevó a pensar en emigrar antes de entrar a la UPTE.

"Yo pensé que a determinada edad y terminado el trabajo, iba a dejar de existir porque la jubilación aquí es ponerlo a uno otra vez en cero. Comenzar de nuevo en esa situación era un poco más difícil porque ya no quieren viejos en este país", comenta Morales.

Morales llegó a la universidad "con un poco de desconfianza" pero luego le gustó tanto que este año está tomando su segunda clase de Gestores Sociales y ahora confiesa estar "pleno y contento".

La docente retirada Beatriz Loayza de López, de 62, también encontró su "nueva primavera" gracias a la universidad, que le hace sentir "útil" y "diferente".

"Ya me he jubilado, pero no me gusta estar inactiva (...) He vuelto a la universidad para aprender nuevas cosas y conocer a nuevas personas", afirma Loayza.

Según Zeballos, el solo hecho de decir que "están en la universidad" da a los adultos mayores un sentido de pertenencia a una comunidad y les permite tener una especie de nuevo estatus a los ojos de sus familiares.

La mensualidad que pagan los alumnos va de 10 a 15 dólares, de acuerdo con sus posibilidades financieras, y una parte es subvencionada por la UCB.



INTERACCIÓN DE ABUELOS Y NIETOS

Uno de los aspectos que se trabajan en la universidad es la interacción con las nuevas generaciones, sobre todo con los nietos, temática que se aborda en la Escuela del Abuelo y Abuela Educadores.

En este curso, se reflexiona sobre el rol de los abuelos en la sociedad actual y cómo aportar a la educación de nuevos ciudadanos, teniendo en cuenta que "la mayoría de los abuelos están a cargo de los nietos porque ambos padres salen a trabajar", afirma Sandi.

Así, los adultos mayores debaten sobre temas como las tribus urbanas y sus formas de hablar, analizan la música que está de moda e incluso aprenden -si es que no lo saben ya- a navegar en internet, a usar las redes sociales y a jugar en consolas como el Wii y el Playstation, todo "para que mejore la comunicación abuelo-nieto".

Pero el aprendizaje no ha sido exclusivo de los mayores, ya que también los universitarios jóvenes han aprendido a "convivir" y a relacionarse con ellos, según señala Zeballos.

Esto ha permitido que se planifiquen actividades conjuntas, como los cursos de "sinergia intergeneracional" que ayudan a jóvenes y adultos mayores por igual a mejorar sus relaciones familiares.

La graduación al cabo del año de estudios es todo un acontecimiento, pues los hijos y nietos se disputan el puesto de acompañante del abuelo o la abuela en el acto principal.

Después de graduarse, los que quieren se incorporan a las comunidades de crecimiento y acción social para mantenerse activos, otros crean sus propios grupos según sus intereses y afinidades.

A futuro, Zeballos aspira a crear cursos de postgrado para especializar a quienes trabajan con adultos mayores y también tener una infraestructura "más amigable" con ellos, pues actualmente deben trepar decenas de escaleras para llegar a las aulas.

El sacerdote también ha propuesto a las autoridades educativas que cada universidad tenga espacios para los adultos mayores, similares a la universidad que soñó para sus padres.

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