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jueves, 6 de septiembre de 2012
Tercera edad: universitarios en plenitud
“Cuando los hijos se van y te quedas sola, necesitas una guía que te ayude a descubrir quién eres en realidad y para qué estás en este mundo”. Silvia Fantin, una artista plástica de 60 años, dejó reposar sus pinceles por un tiempo para dedicarle toda su atención al autoconocimiento. “Esta es la mejor experiencia de mi vida”, ha dicho desde las aulas de la Universidad Católica Boliviana, donde encontró facetas de sí misma que desconocía.
Silvia asiste a clases de autoconocimiento en la Universidad para la Tercera Edad, una iniciativa de la mencionada casa de estudios superiores de La Paz destinada a hacer que las personas mayores se sientan útiles para la sociedad, demuestren todas sus capacidades y las repliquen en los grupos más cercanos a ellos. En el programa de estudio existen cursos prácticos para quienes deseen aprender diferentes especialidades.
En un principio se iniciaron estas clases con el propósito de crear líderes entre los adultos mayores de diferentes zonas y barrios. Hoy, ante la gran demanda, se amplió el propósito buscando la reinserción social a la ciudadanía activa y sana de los adultos mayores, tanto en su entorno social como familiar, a través de un proceso de autoconocimiento, experiencias, vivencias y, sobre todo, el descubrimiento de nuevas habilidades personales y comunitarias. “Es lo más importante para seguir construyendo una sociedad intercultural justa, equitativa e instructiva”, explica la coordinadora asistente de la Universidad para la Tercera Edad, la psicóloga Dolly Alurralde.
Para los alumnos ha significado un cambio edificante en su cotidianidad. “Es otra de las mejores etapas de mi vida, siento como si hubiera regresado al colegio. Tengo muy buenas amigas que me apoyan de manera increíble, nos divertimos, compartimos y aprendemos a valorarnos mucho más”, cuenta Lourdes Vidaurre, de 64 años, quien estudió Contaduría y hoy se siente feliz de poder aprender otro tipo de disciplinas.
Los cursos prácticos tienen la duración de un año y permiten que los adultos mayores hagan todo lo que les gusta, incluso conocer lo que hasta entonces no habían descubierto en relación a qué profesión o qué actividad les habría permitido vivir profesionalmente realizados.
Alurralde explica que hay muchos alumnos que en cuanto terminan el curso de un año, quieren seguir asistiendo a la universidad porque este espacio les muestra qué tan útiles pueden ser para la sociedad. El curso se divide en dos partes: la primera tiene que ver con talleres que ayudan a fortalecer la psicomotricidad fina y la gruesa. Además se imparten clases de habilidades que incluyen música, dibujo, pintura, telares y danza contemporánea adaptada a los adultos mayores en cuanto a movimiento.
En la segunda parte se inician módulos o materias como Psicología, Comunicación, Historia o Literatura. “Por ejemplo, en Psicología se habla del envejecimiento digno, en Historia recordamos un poco lo que nos han contado en colegio y en Literatura vemos algunos autores que han escrito desde muy jóvenes y lo siguen haciendo en su tercera edad, pues todo esto les motiva a seguir adelante”, comenta la psicóloga.
Además, se les enseña a expresarse sin importar que lo hagan mal o si lo hacen sólo escribiendo. Lo que interesa es que aprendan a narrar sus experiencias y saquen todo lo que llevan dentro.
Hay una materia llamada Mi cuerpo como memoria. En ella se toca la parte emocional y la orgánica. “Es importante que sepan lo que le dicen sus rodillas, sus manos y otras partes del cuerpo a estas alturas del tiempo y reconocer si las han tratado bien o no, si hoy las cuidan... todo con técnicas divertidas”, explica Alurralde.
Cada año, los cursos se inician la segunda semana de febrero y concluyen la segunda semana de diciembre. No hay receso a medio año. Las clases son los sábados y duran cuatro horas (14.00 a 18.00).
Para egresar después de los diez meses de clases se debe hacer un servicio comunitario como trabajo final. Esto los hace merecedores del título de egresados avalado por la Universidad Católica Boliviana como “Gestores Sociales” para que puedan desempeñarse, si quieren, en trabajos voluntarios, replicando lo que saben.
Esta oportunidad explica la gran sonrisa de Ligia Zamorano, de 62 años. “Tengo muchas expectativas. Ahora me tomo todo el tiempo necesario para mí. He conocido gente muy interesante y tengo bastantes amigos, incluyendo a los profesores que nos enseñan a valorarnos y nos hacen sentir tan jóvenes como nuestro corazón nos lo permita”.
Descubrir talentos
Estas personas descubren talentos y habilidades que después ponen al servicio de la comunidad para mantener una relación intergeneracional con las personas que las rodean. Cuando egresan pueden replicar sus conocimientos sin tabúes ni estereotipos.
Un día sólo para ellos
Los adultos mayores que se animan a ingresar a estos cursos dejan de ser padres y abuelos por unas horas a la semana, las cuales dedican a sí mismos. “No cambiaría mis sábados por nada porque ese día es sólo mío”, comenta la señora Ligia Zamorano.
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