El año académico iraní comenzó esta semana con un aumento vertiginoso, de dos a 77, en las materias que algunas universidades impiden que estudien las mujeres. El dato fue subrayado por varios medios iraníes, que indicaron una nueva restricción a los derechos femeninos dentro del Islam.
En Irán hay 4,4 millones de estudiantes, que este año asistirán a 2.200 universidades e institutos superiores de instrucción: entre ellos, 36 ateneos de la República Islámica decidieron prohibir el acceso de las mujeres a 77 materias, de todo tipo, sin una clara contraindicación religiosa a la presencia femenina.
Así se va desde la contabilidad a algunas ramas de la química, de la traducción inglesa a la anglosajona, de la geografía a numerosas especializaciones en ingeniería. Una de las universidades prohibió por sí sola el acceso a 24 materias.
El motivo de las restricciones no está claramente definido, pero se encuadra en la tendencia de las autoridades iraníes a considerar como una lamentable característica “occidental” el hecho de que hombres y mujeres estudien juntos.
“Parece que estamos retrocediendo 200 años, cuando las mujeres no podían estudiar”, sostuvo recientemente un conocido realizador, Dariush Mehrjouri, comentando las primeras indicaciones sobre la prohibición.
“¿Es posible que estemos asistiendo a todo esto en el siglo XXI?”, se preguntó retóricamente el cineasta, a quien se hizo eco un conocido periodista, Minou Badiei, explicando las que considera son las reales motivaciones: “Quieren que las mujeres se queden en casa y se vean privadas de todo derecho social, educativo, profesional”. Hay también otros planes, dijeron las agencias Isna y Mehr, para hacer sólo femeninas y sólo masculinas 18 universidades.
En la mira de las autoridades también están 270 materias que serán examinadas minuciosamente para eliminar “modos de pensar occidentales” de lecciones y libros.
Tras haber obtenido notables niveles de emancipación en las décadas de dominio de los sha, en el siglo pasado, con la llegada de la Revolución Islámica en 1979 las iraníes sufrieron grandes restricciones a las libertades “occidentales”, negadas por la moral islámica. Aparte de varias prohibiciones, como la de fumar en público, la restricción más visible es la del hijab, el velo impuesto por la ley junto con una ropa que sólo deje al descubierto rostro y manos.
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