Universidad para el Adulto Mayor - UPAM. Una oportunidad para retomar los estudios, que ofrece una malla curricular acorde con la edad y que impulsa hacia una nueva etapa de la vida.
El despertador aun no ha sonado, pero como ocurre muchas veces cuando uno se duerme pensando en la actividad del día siguiente, Juana A. de 65, se despierta primero y lo apaga. Inmediatamente comienza a alistarse para salir de su casa a las siete, su hija la llevará a la Universidad Católica Boliviana para que pase sus clases.
Así como Juana, los otros 159 alumnos inscritos en Universidad Para el Adulto Mayor, dependiente de la UCB, esperan con ansias el sábado y por lo general, llegan con bastante anticipación.
A las siete y media, 30 minutos antes de la hora de ingreso, se puede ver a varios grupos de adultos mayores conversando amenamente por los pasillos del primer piso del bloque nuevo.
A primera vista, aun sin la necesidad de conversar con ellos, se nota que el estudio les devolvió el brillo en la mirada y las ganas de volver a retomar el ritmo de la vida moderna.
Es que comenzar la universidad en la sexta década de vida puede resultar todo un desafío, sobre todo porque seguramente lo primero que les viene a la cabeza son las excusas para no intentarlo, cómo "¿a esta edad?" o, la más frecuente, "la cabeza no me va a responder".
Sin embargo, cinco aulas de la Universidad Católica Boliviana están llenas de adultos mayores que tienen el deseo de estudiar.
Lo que no sólo les rejuvenece el cerebro sino también ayuda a prevenir enfermedades mentales de la edad, como la demencia, la depresión, y los ayuda a recuperar roles sociales y a mejorar la calidad del envejecimiento, señala Raquel Crespo Romero, coordinadora de la Universidad para el Adulto Mayor.
Crespo enfatiza que "los adultos mayores tienen la misma capacidad de aprendizaje que en otras épocas de la vida; las variaciones obedecen a conocimientos previos, estudios finalizados, ritmos, tiempos de cada uno, e interés y motivación por la tarea".
LAS AULAS DEL SABER
Recientemente algunos paises están volcando su interés hacia los adultos mayores, aquellas personas que aun desean sacar el máximo rendimiento a la vida.
Es por ello que se abrieron universidades e institutos de formación y esa fue la chispa que motivó a todo un movimiento educacional.
De acuerdo a la coordinadora regional, el proyecto de UCB para el adulto mayor ya tiene nueve años de antigüedad en La Paz, y recién este año, gracias a gestiones de la Pastoral de dicha institución, y el apoyo incondicional del rector Alfonso Vía Reque, se dio vía libre al proyecto en la regional Cochabamba. Con una respuesta muy favorable a la fecha.
SIN EDAD PARA EMPEZAR
Algunas definiciones establecen a la edad cronológica como un parámetro referencial del inicio de la vejez, es decir, una cifra que se incrementa anualmente. Sin embargo, éste no constituye el mejor parámetro para determinar cuán productiva y capaz puede ser una persona, tanto para sí misma como con su familia y la sociedad.
“Tenemos que vivir y distraernos con dignidad hasta nuestros últimos días”, enfatiza Litzi Soliz Martínez, quien a inicios de su octava década está inscrita como alumna regular de la Universidad Católica Boliviana y con mucho orgullo e hidalguía asegura que “nunca es tarde para aprender” y ve con buenos ojos esta iniciativa.
Oferta a la cual la población respondió masivamente y por ello la universidad habilitó cinco paralelos, con un promedio de 30 alumnos por aula. “No importa la instrucción académica y tampoco la edad; puesto que tenemos gente desde los 55 años, hasta los 90 años; entre doctorantes y aquellos que no llegaron a inscribirse en la universidad”, asegura la Coordinadora.
UN PENSUM INTEGRAL
Los coordinadores del proyecto supieron reconocer esta necesidad latente en este sector de la población y se pusieron en campaña para organizar un plan académico integral, para entregar sus servicios a los adultos mayores, gracias a una metodología educativa, especialmente diseñada para lograr que sus estudiantes puedan constantemente renovarse con conocimientos y nuevas experiencias.
“La malla curricular está pensada para cubrir las necesidades individuales de los adultos; cada materia o taller tiene su razón de ser y su reacción en el cuerpo”, aseveró Crespo.
Los docentes son profesionales especializados en el trato con el adulto mayor.
“Mis muchachos están muy activos y animados a participar… no hay objeciones sino una avidez por aprender”, señala Silvia Rivera, catedrática de la materia de Derechos y Habilidades sociales de la tercera edad, quien asegura llamarlos así porque sus pupilos la llaman niña.
Gina Loayza, profesora de Danza y Expresión Corporal, asegura que sus alumnos están expectantes, ansiosos por desarrollar poco a poco sus habilidades físicas y empezar a mejorar su acondicionamiento corporal.
De igual manera la docente de telares, Liliana Muñoz, tiene el objetivo de volver a activar la psicomotricidad gruesa y fina; sin diferenciar el sexo del alumno.
Esta es la cuarta semana de clases y todos los alumnos lograron integrarse con facilidad y prontitud a las exigencias de esta nueva fase de su vida académica.
De acuerdo a las estadísticas de la universidad el 80 por ciento de los inscritos es mujer; pero lo interesante es que los alumnos deben cursar todas las materias, -aunque estén estigmatizadas sólo para la práctica femenina-, puesto que la asistencia a clases es obligatoria.
“Algunos caballeros no desean pintar, repujar o tejer, pero al final lo hacen y descubren que tenían algunas habilidades dormidas” dice Crespo. Es así como algunos varones descubrieron algunas habilidades ocultas o desconocidas.
Es que de acuerdo a la malla curricular habilitada, todas las materias y los talleres que se ofrecen en esta universidad tienen un propósito: reactivar, despertar o motivar a los adultos.
EL LAZO DE AMOR INVERTIDO
Esta experiencia novedosa para los estudiantes no solo se queda en los individuos, sino que trasciende a todo el núcleo familiar. Ahora es tiempo de ver como el lazo de amor cultivado por los padres hacia lo hijos hoy se invierte hacia ellos.
Cada uno de los alumnos tiene una historia o anécdota que contar. “Es interesante ver como la vida da vueltas, parece que fue ayer que yo solía llevar a mi nieto a su kinder y hoy es él quien me trae y lleva a la universidad en su auto”, asegura Lucía (prefiere reservar su identidad).
Otra es la historia de María Elba Rojas quien está contenta con la atención que recibe de sus hijas, las cuales están pendientes de las tareas y materiales que debe preparar para sus clases de sábado.
Pero este fenómeno no sólo es a nivel del núcleo familiar, puesto que ahora es la sociedad la que vela por ellos.
Hace cuatro semanas atrás, la presencia de los adultos mayores por los pasillos de la universidad era motivo de curiosidad; en cambio ahora, los jóvenes son los que se integran a las actividades que se programan desde la coordinadora.
“Tengo ayudantes hasta fin de año. Ellos se brindan voluntariamente y están pendientes de las necesidades de este grupo de adultos”, asegura Raquel Crespo.
De igual manera los alumnos, que serán parte de la primera promoción de la Universidad para el Adulto Mayor, también podrán devolver algo de lo recibido durante este año a la sociedad, puesto que para graduarse a fin de año, deberán cumplir con una carga horaria de servicio social.
“Ellos perfilarán un programa de acción social y lo desarrollarán, poniendo en práctica todo lo aprendido”, finaliza Raquel Crespo.
Javier Vásquez Alcazar, de 65 años, enfatiza que ellos no están viejos y que aun no ha terminado la vida, sino que al llegar a la tercera edad necesitan recuperar lo que antes conocían, es decir mantener la mente activa y la universidad es el mejor proyecto que a la fecha está encarando.
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