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martes, 28 de mayo de 2013
A la caza de los terremotos. 100 aniversario del observatorio San Calixto
Richter y Gutenberg, los padres de la escala que mide la magnitud de los terremotos, dijeron de él que era el organismo más importante de su clase a nivel mundial, elogio que plasmaron en su libro Seismicity of the Earth and Associated, publicado en 1954. Se referían al Observatorio San Calixto de Bolivia (OSC), ubicado hoy en el número 944 de la céntrica calle Indaburo, a media cuadra del Teatro Municipal de La Paz. En aquella fecha, la institución medidora de la actividad sísmica tenía ya 41 años de trayectoria y todavía se hallaba en el lugar donde lo habían instalado sus fundadores: la cripta de la iglesia del colegio San Calixto, en la vía Genaro Sanjinés.
La Compañía de Jesús, creadora también del colegio, había abierto el Observatorio en 1892. Entonces, estaba dedicado meramente a la meteorología.
Fueron también los jesuitas los que decidieron instalar la estación medidora de terremotos tras un congreso de la Asociación Internacional de Sismología, celebrado en 1911 en Manchester (Reino Unido). “En Sudamérica faltaban estaciones que pudiesen controlar los movimientos sísmicos”, explica la actual directora del OSC, Estela Minaya. En 1910 había una en México, pero hacían falta más para la vasta región. Por ello, en el simposio se decidió que el OSC debía transformarse en una estación de primer nivel.
Los creadores
Del Observatorio de la Cartuja (Granada, España), un referente para los sismólogos, la Compañía envió a dos de sus especialistas, Esteban Tortosa y José Lizarralde, quienes construyeron e instalaron una máquina de 450 kg de peso en la cripta de la iglesia del colegio. También llegó a La Paz el jesuita francés Pierre Marie Descotes, que ya había colocado sismógrafos en Cartuja, para dirigir la institución. Además, puso nuevos equipos en el subterráneo de la escuela, espacio ideal para registrar los temblores de la tierra. “Encontraron que era un lugar silencioso, sin perturbaciones”, asegura Minaya. El observatorio sísmico fue inaugurado el 1 de mayo de 1913.
Desde entonces, el OSC comenzó a estudiar también la geodesia (la forma y tamaño del globo terráqueo) y la astronomía. Además, daba la hora oficial del país (parámetro necesario en la medición de terremotos), potestad conferida por el Gobierno mediante decreto. Ofreció este servicio hasta 1984, cuando el mismo se transfirió al Observatorio Astronómico de Tarija.
Los medios económicos para la creación y el mantenimiento de la estación vinieron, por una parte, de los jesuitas pero, en gran medida, fueron el propio director y sus colaboradores los que se dieron maña para sacar adelante el centro. “Decían que el padre (Descotes) había gastado hasta su último centavo en esto”, relata la responsable del OSC. “Yo pensé que los equipos eran de acero fundido, pero cuando los vimos, nos dimos cuenta de que todo lo que encontraban lo metían a las cajas de los sensores. Entre ellos, había cucharas”, revela Minaya, además de otros objetos de uso doméstico; todo, para dar peso a los sensores.
Hoy, el financiamiento viene del Departamento de Análisis de Vigilancia del Medio Ambiente dependiente del Comisariado de Energía de Francia (DASE/CEA), del Centro de Aplicaciones Tecnológicas de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (AFTAC) y del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT).
Alrededor de 1930, la institución recibió una bonificación del Gobierno boliviano que Descotes invirtió en nuevos equipos. Éstos llegaron en barco a Arica pero, en el puerto, hubo un problema en la nave y las máquinas se mojaron. “Menos mal que el padre se movió un poco y la empresa naviera le indemnizó”. El cómo llegaban luego los pesados aparatos hasta La Paz, no se ha investigado todavía, reconoce Minaya, quien supone que se hacía el traslado en camión o tren.
Entre los logros que obtuvo el jesuita francés durante su gestión de 52 años está, además del renombre del OSC, el hallazgo de un error “de 400 metros hacia el oeste en las coordenadas, desde Panamá hasta el sur, en toda Sudamérica”. Es decir, todos los puntos del continente estaban “movidos” en los mapas 400 metros más allá de su ubicación real. A raíz de ello, se hicieron las correcciones “y ya no estamos desplazados”, añade la directora.
Fueron abriendo otras estaciones en La Paz para apoyar el funcionamiento de la central, como la de Següencoma, cuando era una zona no urbanizada. La comunicación entre ambas por ondas de radio fue el origen de la emisora Fides.
Cuando el centro de La Paz se tornó más bullicioso, se cerró el observatorio de la cripta. Lo mismo ocurrió después con el de la zona Sur de La Paz.
Sucedió entre las décadas de los 60 y 70. En 1964, tras la muerte de Descotes a los 87 años (se había trasladado tiempo atrás a Cochabamba por motivos de salud), asumió la dirección del OSC el padre Ramón Cabré, de Cataluña (España), quien permaneció en el cargo hasta 1993.
Durante su gestión, se abrió la nueva sede, en la calle Indaburo. Esta casa, relata Minaya, se dice que perteneció a descendientes del Mariscal Santa Cruz.
Cabré dio un impulso internacional al observatorio, estableciendo redes con instituciones del rubro en Estados Unidos, que proporcionaron apoyo económico. Ya en 1972, logró un acuerdo con el Laboratorio de Detección y Geofísica de Montrouge (Francia), gracias al cual se abrieron nuevas estaciones en los departamentos de La Paz Santa Cruz y Potosí. Hoy, son 25 las estaciones repartidas por el territorio nacional, salvo en Pando, por falta de una infraestructura de sistemas de comunicación que permita el envío de los datos. Algunas cerraron pero se abrieron otras, como las últimas 18, entre 2009 y 2012, gracias al Programa de Fortalecimiento para la Capacidad de Evaluación de la Amenaza Sísmica y Sismovolcánica en Bolivia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Éstas se encuentran en radiobases de la empresa de telecomunicaciones estatal Entel, explica el supervisor del área de sismología, Percy Aliaga. Esto facilita la energía y la transmisión de datos a un costo menor, según Minaya.
Una de las nuevas estaciones de la red del OSC se colocó en el interior del nevado Huayna Potosí, para lo cual hubo que excavar un túnel de 90 metros de profundidad. Minaya recuerda que la roca era demasiado dura y los taladros no podían perforarla, por lo que al equipo del observatorio se le ocurrió echar agua mezclada con detergente Patria sobre el suelo. Y, aunque todo se llenó de espuma, funcionó. Fue bautizada con las siglas LPAZ y, más tarde, se trasladó a Zongo. Actualmente forma parte de la red de 50 estaciones primarias del Sistema Internacional de Monitoreo del CTBT.
El salto a lo digital
Antes, el cuidador de cada estación imprimía cada mañana a las 08.00 la actividad diaria que había registrado la maquinaria, y la hacía llegar a la central.
Papel ahumado, fotográfico, cinta fueron algunos de los soportes utilizados. Desde 2008, todo está informatizado y el material antiguo (desde 1913) forma parte del archivo del OSC. También hay dos habitaciones de la antigua casa del Mariscal en las que están guardados telescopios, una cámara Polaroid para las visitas de campo, brújulas, relojes y otros objetos usados en la centena de años. Una parte de la maquinaria de la primera estación sigue en la cripta.
Ahora, desde una sala equipada con computadoras, mapas en las paredes y un monitor donde una esfera terráquea da vueltas, los analistas perciben cada terremoto de cualquier punto del planeta, en tiempo real. “Hoy (9 de mayo) hemos registrado un sismo de 3,4° en Potosí, en el salar de Uyuni”, informa Teddy Griffiths.
“Lo que el analista hace es monitorear la actividad sísmica durante las 24 horas”. Además, en el centro se reciben comunicaciones de ciudadanos, alcaldes, gobernadores... las que alertan de un movimiento de tierra. A veces, sismólogos de otras partes del mundo llaman para pedir datos (el OSC tiene boletines que registran la actividad sísmica desde 1913).
Además de ganar en conocimiento sobre el interior de la Tierra y los sismos, el OSC mira por la prevención, más que la predicción, pues la sismología no es como la meteorología: se puede saber dónde hay riesgo de terremoto (ver mapa) pero no cuándo va a suceder ni de qué magnitud será.
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