martes, 28 de mayo de 2013

Jugar a ser como Newton

Un huevo fresco de entre 50 y 53 gramos, resguardado en un recipiente que en conjunto debe pesar no más de 5 kilos, cae, sin impulso (es decir, con velocidad inicial 0), de una altura de 15 metros. ¿En cuánto tiempo? La ecuación debe considerar la aceleración, es decir la fuerza de atracción ejercida por la gravedad del planeta Tierra, ¿que es de...? Exacto: 9,81 m/s2, de acuerdo con el cálculo de sir Isaac Newton (1642-1727).

El científico inglés, según se ha popularizado, se preguntó qué hace que las manzanas de un árbol caigan, mientras paseaba por su casa con jardín de Woolsthorpe, refugiado así de la peste que azotaba a Londres, entre 1665 y 1667.

Pues bien, cuatro siglos después, jóvenes como aquel Newton que, con algo más de 20 años se interesó por encontrar respuestas a los fenómenos de la naturaleza y que en tal camino terminó por formular la Ley de la Gravedad, aceptaron el reto de de- safiarla. El Red Bull Gravity Challenge 2013 se celebró en La Paz, dejando en evidencia que la naturaleza lúdica del ser humano está presta a manifestarse si el estímulo es el adecuado. Un total de 16 equipos de tres personas cada uno se propuso dejar caer huevos desde una ventana de la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), cuidando de no quebrarlos y aportando ingenio.

Un jurado integrado por un artista, Andrés Bedoya, un experto en parapente, Vicente Alem, y un catedrático universitario, Mauricio Farfán, calificó las actuaciones según criterios de precisión (el huevo debía caer en un campo de aterrizaje predeterminado y salir del recipiente para tocar piso), seguridad (el huevo no debía sufrir ni una rajadura) y creatividad (diseño del aparato para volar y aterrizar).

Globos, paracaídas de nylon, armazones de metal flexible, preparados como la “masa newtoniana” (maicena y agua, un aporte de Miguel Tejerina, Mario y Cristian Revollo), peluches, plastoformo, cartón, papel… Los aparatos, y la inventiva de los chicos (ni un equipo de chicas, como si no supieran de las hazañas de madame Curie), se pusieron a prueba. Hubo huevos estrellados, pero en general sobrevivieron.

Los positrones (Israel Eddy Cosme Quispe, Álvaro Flores Quispe y Rodrigo Fernández Ajllahuanca), estudiantes de Física, ocuparon el primer lugar con su nave de cartulina en forma de cono invertido, base de cartón a la manera de rayos y un paracaídas. El artefacto se posó en el piso y el huevo rodó suavemente por éste. 18 puntos, máxima calificación.

En segundo lugar quedó el grupo Loco (Rodrigo Aramayo, Mauricio Chuma y Javier Molle), de egresados de Derecho, cuyo especie de copa de papel planeó y, lejos de la pista, casi a los pies del público, se posó, ladeó y expulsó un huevo intacto.

El tercer lugar fue para la explosiva papaya (el fruto) que resguardó el huevo, aunque éste no tocó piso. La divertida caída fue planeada por el equipo D-Spute (Juan Carlos Machicao, Kevin Jiménez Anibarro y Carlos Echazú) formado por estudiantes de Derecho. Son tres los grupos ganadores, pero es muy probable que todos los participantes, incluidos los espectadores, se sientan premiados: descubrir que la capacidad de jugar, divertirse, de hacer equipo, de provocar expectativa y de crear con los materiales más sencillos está intacta, no es poco. Y casi se entiende eso que dijo Albert Einstein (1879-1955) sobre que: “Dicha fuerza (gravedad) es una ilusión, un efecto de la geometría del espacio-tiempo. La Tierra deforma el espacio-tiempo de nuestro entorno, de manera que el propio espacio nos empuja hacia el suelo”. O sea, clarísimo.



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