Luego de más de un siglo de vida, donde generaciones y generaciones de estudiantes circularon y aun caminan por los pasillos de esta ciudadela universitaria, nada ha cambiado, sólo algunos rostros se escurren en la memoria y se diluyen en el tiempo. Mientras que aquellas estructuras que los alojaron no se han modificado, aun siguen ahí, inmutables al paso del tiempo.
La Universidad Mayor de San Simón (UMSS) cuenta con un inventario físico muy grande, destacándose algunos bloques con un alto valor patrimonial, que son un tesoro dentro de su historia académica.
Según la revista San Simón en la Historia, “Testimonio de un pasado” que data de 1997, señala que la consolidación de este terreno se dio con el Decreto Supremo del 26 de septiembre de 1930, cuando las autoridades pertinentes iniciaron la expropiación de una parte del “Fundo de las Cuadras” en favor de la UMSS y, dos serán las facultades que primeramente ocuparon esta propiedad; por un lado la Facultad de Derecho en la casona solariega y Agronomía en los terrenos colindantes”.
La Universidad Mayor de San Simón (UMSS) fue fundada mediante ley del 5 de noviembre de 1832 por el Mariscal Andrés de Santa Cruz. La misma norma dispuso la creación y el funcionamiento de una Academia de Practicantes Juristas.
Arquitectura historicista
De acuerdo a la historia de la universidad tuvieron que trascurrir 100 años para que la Casa Superior de Estudios tenga su propio establecimiento. Esto por diversas razones y es que antes de 1936 la educación universitaria respondía a la educación impartida en las conferencias magistrales y la discución personalizada que se daba entre el maestro y el discípulo; y la actividad de aula, como la conocemos ahora, era inexistente.
Cuando se modifica este tipo de enseñanza individual se requiere la dotación de una estructura física, es ahí donde surge la donación de terreno, en el lugar denominado “Fundo de las Cuadras”.
Neoclásico romÁntico
El terreno donado tenía ya una edificación antigua, la cual aún se yergue imponente en la esquina de lo que hoy es la esquina de la calle Sucre y la avenida Oquendo.
Hasta hoy no se tiene conocimiento de los primeros propietarios de este edificio, pero por su diseño se podía establecer como una villa solariega muy propia de fines del siglo XIX.
De acuerdo a la descripción histórica de la edificación, se dice que la arquitectura reproduce una imagen imponente donde la simetría y la disposición de elementos definen al conjunto como neoclásico romántico.
La arquitectura que predomina en esta infraestructura es un estilo neoclásico romántico, en la cual se observa simetría y elementos de gran elegancia.
Uno de los elementos más estéticos y significativos es la grada tipo imperial que se incrusta en la galería que da al patio central.
Esta estructura flanquea la entrada hacia las dos alas del edificio. La expresión estilística del edificio, produce las imágenes clasiscistas, donde el arco rebajado de primer piso contrasta con las ventanas adinteladas del segundo piso.
Esta infraestructura es una de las pocas en Cochabamba que todavía no han sido modificadas; eso le otorga un gran valor y una identidad histórica a “San Simón”.
La Facultad de humanidades
La dinámica del crecimiento después de la Guerra del Chaco impuso la necesidad de ampliar su infraestructura física, porque también requería un edificio acorde al prestigio académico que “San Simón” estaba creando; es decir oficinas rectorales, aula magna y otros.
Es así como se contrató al reconocido arquitecto José Manuel Villavicencio, quien siguió la lógica de la arquitectura de la década de los 40, que puede ser definido como racionalismo formalista.
Villavicencio introdujo un nuevo lenguaje y estilo a la arquitectura moderna de Cochabamba; puesto que deja de lado el antiguo concepto del patio central para dar paso a la nueva organización funcional, donde las habitaciones interactuaban a través de los corredores.
Los ambientes de interior también son modificados; se introduce nuevos conceptos de iluminación y ventilación de acuerdo a su funcionabilidad.
De acuerdo a la arquitecta Patricia Dueri los antiguos arquitectos velaban por una serie de factores que sumaban a la calidad de trabajo del profesional, pues creaban todo un lenguaje.
En este caso, la simple convivencia de la puerta de acceso de esta Unidad con la plazuela Sucre, representaba un símbolo de interrelación jerarquizada.
Desde la puerta se trata de dar mayor imponencia a esta infraestructura, un hall de ingreso y unos pasillos que se interrelacionan. De acuerdo a los profesionales de antaño este edificio es uno de los ejemplos más representativos dentro de la arquitectura racionalista.
Con el paso de los años esta edificación fue empleada para acoger a los estudiantes de la carrera de Economía y luego a la Facultad de Humanidades.
Racionalismo funcionalista
En 1948 se logró ampliar la infraestructura académica de esta universidad. En aquel entonces su rector, Dr. Arturo Urquidi encargó este nuevo emprendimiento al arquitecto Franklin Anaya.
Este profesional se encargó de visualizar un edificio único y llenó de belleza que sea el eje académico de San Simón.
Este edificio es la representación del racionalismo funcional, que hace una combinación perfecta con la estructuración volumétrica en torno a dos ejes perpendiculares que se articulan en sus extremos.
Todos los espacios educacionales que allí se desarrollan están interrelacionados mediante corredores y gradas. Ésta es una de las edificaciones en las que comienza a darse la diferenciación de la enseñanza, con el diseño de aulas normales y los anfiteatros.
Anaya es uno de los pocos arquitectos que se encarga de resolver los requerimientos básicos, como el ingreso de luz y la ventilación, con la apropiación de una nueva tecnología; es decir con la construcción de parasoles, colocación de bloques de vidrio y un sistema novedoso, en aquella época de batientes de ventanas, una tecnología que hasta hoy sigue siendo empleada.
Uno de los sectores más representativos e importantes es la biblioteca, un espacio muy bien diseñado, el cual está dividido en cuatro niveles: un sótano adecuado para la hemeroteca, el cual está construido de manera tal que la luz no ingresa y es bastante ventilada. Un primer nivel de lectura y en el segundo piso está el módulo central de atención y subiendo unos escalones el tercero también de lectura.
En realidad todo el conjunto arquitectónico es una coherencia entre la función, la escala y la plástica que definen el diseño representativo del racionalismo funcionalista.
En la revista “San Simón en la Historia” se explica que una vez que se concluyó la construcción del edificio, se dividió en bloques, el lado oeste era la Facultad de Arquitectura y el lado sur la Facultad de Agronomía; hasta que en 1979 la Facultad de Economía pasó a ocupar todo el edificio.
La expresión del brutalismo
La Facultad de Tecnología es otro bloque histórico. En 1967 se convocó a un concurso que fue ganado por los arquitectos Aramburo y Gonzáles, quienes influenciados por su escuela Cordobesa enmarcaron su trabajo en lo que actualmente se conoce como el brutalismo.
Este diseño sintetiza su expresión en la utilización del material visto, la presencia abrumadora de la tecnología de hormigón y el ladrillo. Este diseño organiza los espacios y sigue apuntando hacia el funcionalismo.
La construcción cuenta con un volumen central de altura, el cual fue destinado originalmente a las oficinas administrativas. El resto está organizado en volúmenes, que están destinados al funcionamiento de un par de aulas con sus respectivas baterías de baño.
Este es uno de los edificios en los que se muestra la evolución de la arquitectura de la ciudad, pero además es un modelo didáctico en el cual los estudiantes de arquitectura podrían adquirir muchos conocimientos.
Algunas de estas edificaciones de la UMSS han sufrido modificaciones importantes, gracias a los rigores de la falta de espacio en este campus universitario.
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