Los adolescentes pobres podrían beneficiarse con ventajas adicionales además de las académicas si asisten a escuelas secundarias de primera clase, como por ejemplo su salud, según sugiere un estudio publicado en Pediatrics.
Los comportamientos riesgosos para la salud, como emborracharse adrede, las relaciones sexuales sin protección o el consumo de drogas potentes eran menos comunes entre esos jóvenes, en comparación con quienes asistieron a escuelas precarias.
Por otra parte, los estudiantes eran similares, todos procedentes de vecindarios pobres de Los Angeles que asistieron a escuelas públicas especiales que admitieron alumnos con un sistema de lotería.
Los investigadores compararon la conducta de unos 1.000 adolescentes de los grados décimo a duodécimo que fueron admitidos a escuelas de alto rendimiento con la de los que asistieron a otras.
En general, el 36 por ciento de los primeros incurrieron en por lo menos una de once conductas riesgosas, en comparación con 42 por ciento entre los segundos.
El estudio no demuestra que las escuelas determinaron la diferencia y tiene limitaciones que debilitan las conclusiones, incluso un elevado número de estudiantes que se negaron a participar.
De todos modos, el autor central, el doctor Michael Wong, dijo que los resultados reiteran las conclusiones de investigaciones menos rigurosas y coinciden con la suposición de que "una mejor educación conduce a una salud mejor".
El estudio involucró a estudiantes mayormente hispanos que solicitaron a una de las tres mejores escuelas públicas especiales del 2007 al 2010. La mitad tenía padres que no habían terminado la secundaria y la mayoría no eran propietarios de sus viviendas.
Pese a sus limitaciones, el estudio es "un experimento natural conducido estupendamente" que podría ocurrir debido a que hay una mayor demanda de las escuelas de alto rendimiento que las plazas disponibles, dijo Kelli Komro, profesora de la Universidad de la Florida en Gainesville .
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