sábado, 1 de noviembre de 2014

Diseñan un robot que ayuda a mejorar producción de alimentos

Un grupo de profesionales de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), hace cuatro años decidió “hacer el trabajo sucio” en Cochabamba.

Y es que con la ayuda de un robot se utilizaron los residuos sólidos (basura) de la ciudad para fabricar abono orgánico. Este producto tiene una alta demanda en la agricultura, principalmente para la producción de alimentos.

El robot es inalámbrico y se puede controlar desde una tableta o celular. En 16 días convierte los residuos sólidos en abono orgánico, lo que normalmente dura 4 meses. Tiene 50 metros de largo, 11 de ancho y 3 de alto. Actualmente es el único de sus características en Bolivia. Según uno de sus creadores, el ingeniero Marco Arancibia, trabaja con 20 toneladas de basura orgánica por día y su capacidad máxima es de 100 en 32 vagones que pasan por una riel que gira. En Cochabamba se generan alrededor de 400 toneladas de basura cada día.

“El modelo de vagones fue el más apropiado para este proyecto. Tiene reactores que capturan información y envían datos a una computadora maestra que toma decisiones y le dice al robot lo que tiene que hacer”, explicó.

Dijo también que este robot se encuentra en un punto tecnológico alto y actual. El abono orgánico que produce está certificado y es lo que se requiere para la producción de alimentos, principalmente de la quinua y quinua orgánica.

Este sistema de trabajo con la basura es pionero no solo en el país sino en América. Si bien en Estados Unidos hay algo similar, no es móvil ni tampoco continuo, recordó Arancibia.

Sus primeras pruebas se realizaron el mes de julio, pero actualmente se encuentra paralizado por falta de un espacio donde funcionar. El presupuesto para darle continuidad está garantizado por la cooperación suiza (Swisscontact) y la Agencia Suiza para el Desarrollo. En principio se pensó instalarlo en la planta de Albarrancho, pero fue descartada esta posibilidad. Aún se espera una respuesta de las autoridades municipales para encontrar un lugar adecuado. Sin embargo, el trabajo del grupo de profesionales no fue en vano. Su proyecto de abono orgánico o planta de procesamiento automatizada es uno de los finalistas de un concurso nacional organizado por el Viceministerio de Ciencia y Tecnología.


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