Estudiantes de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) presentaron el jueves pasado diversos trabajos de investigación que forman parte de los procesos anuales de educación de esta casa superior de estudios.
Uno de los trabajos que resaltó en el evento fue el presentado por la estudiante Silvia Quispe quien optó por investigar el consumo de bebidas alcohólicas en adolescentes del Distrito 1, esto pese a que ella se encontraba en estado de gestación.
El objetivo curricular para esta exposición es que los estudiantes apliquen procesos de investigación desde el segundo año de carrera universitaria usando un contenido más exploratorio y evitando, principalmente, procesos teóricos que confunden la posibilidad de realizar al final su defensa de tesis.
“Es por eso que la orientación temática es elegida por los alumnos, de acuerdo con sus posibilidades, tiempo, accesibilidad, pero con la posibilidad de que ellos deban aplicar la metodología básica cuantitativa y cualitativa que permita identificar el problema, desarrollar factores que inciden en dicha problemática. Por lo tanto, es de prioridad lograr que se incentive una permanente investigación”, remarcó el docente del área David Carlos Quispe.
ALCOHOLISMO
En tres meses de investigación, Silvia Quispe, quien eligió investigar por qué jóvenes entre 11 y 15 años deciden consumir bebidas alcohólicas, vivir en las calles y en el caso de las menores prostituirse para obtener dinero para seguir bebiendo, la información no fue accesible, por el contrario requirió del apoyo de su esposo con la finalidad de evitar que fuera agredida.
“Hemos realizado un recorrido por La Ceja primicialmente y vimos que en las discotecas, por ejemplo, no prohíben el ingreso de menores de edad, ellos aparecen desde las 19.00 hasta la madrugada y se agrupan entre sus pares”, explicó.
La investigadora elige La Ceja de El Alto por estar este sector identificado como el lugar donde se concentra la mayor cantidad de menores dedicados no solo al consumo de bebidas alcohólicas, sino a la actividad delictiva y la prostitución.
En el proceso fueron más los riesgos que los datos obtenidos porque estos grupos de adolescentes se sienten invadidos en su actividad, lo que para Quispe es resultado de la falta de atención, afecto, comprensión que demandan de sus padres quienes, por las actividades del comercio, descuidan a sus hijos e hijas.
El registro de los hechos fue realizado con una cámara fotográfica, la cual se utilizó clandestinamente por el riesgo que representa captar la cantidad de menores que se concentran en La Ceja con el objetivo de consumir bebidas alcohólicas todos los días.
En el proceso de investigación se realizó un recorrido por alojamientos y domicilios, donde se identificó que en estos lugares se concentran niñas menores de edad quienes se prostituyen con la finalidad de obtener dinero y continuar consumiendo bebidas alcohólicas.
“Las niñas por ejemplo, son ellas las que se brindan a los hombres, mayores que están transitando a diferentes precios, se prostituyen. Mientras que los niños se agrupan para delinquir, asaltar y obtener también su dinero y seguir bebiendo o clefeando”, detalló.
Desde octubre a diciembre, Quispe sólo observó una vez la presencia de efectivos policiales, dejando a la noche, como testigo de las actividades delictivas en las que incursionan más de 20 a 30 niños y niñas. Asimismo, logró verificar que un 80% de los consumidores son menores de edad.
Las exposiciones de los estudiantes de Trabajo Social fueron realizadas en uno de sus pasillos de la casa superior de estudios, donde ellos se esmeraban para obtener no sólo el puntaje de aprobación de su materia, sino por dar a conocer su esfuerzo e interés en investigar más allá de sus aulas.
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