“Tengo diferencias irreconciliables con los trotskistas, pero no dudo de su arrojo y coherencia, en este caso para impedir el inconcebible absurdo de una Universidad que no toma exámenes a sus docentes…”, escribió Sergio de la Zerda, destacado periodista cultural de Cochabamba.
El redactor del periódico Opinión tomó así una posición definida en medio de la crisis con extrema polaridad —sin precedentes en los últimas tres décadas, después de la resistencia autonomista a las dictaduras de Banzer y García Meza— que estalló en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) a raíz de una decisión tomada por autoridades rectorales en un controvertido sistema de admisión docente. El conflicto disparó una onda en todo el sistema universitario nacional.
La represión violenta ejercitada contra los estudiantes de San Simón, en este caso no necesariamente por las fuerzas policiales —que sería lo normal—, sino por sicarios y matones infiltrados dentro el propio estudiantado y bajo consignas de que coincidían con el discurso rectoral, radicalizó a los jóvenes movilizados bajo una dirección trotskista que tiene el control legítimo de la Federación Universitaria Local (FUL).
Un sicario que llegó desde Cobija
Los sicarios, empuñando armas blancas que blandieron sangrientamente en enfrentamientos cuerpo a cuerpo con los trotskistas, habrían entrado en acción inmediatamente después de haber sostenido una reunión con el rector Waldo Jiménez, antiguo militante de la facción neo-estalinista del Partido Comunista de Bolivia (PCB). Los pandilleros usaron también gases lacrimógenos y cohetes explosivos, actuando como una fuerza paramilitar.
Uno de los sicarios fue identificado como “el Camba”. Protagonizó el apuñalamiento a un universitario trotskista en plena vía pública, a vista de los transeúntes y dejándose fotografiar mientras cometía el acto criminal. Fuentes cercanas a Sol de Pando, en la ciudad de Cobija, luego de ver las imágenes difundidas por la FUL de Cochabamba, aseguran que se trataría de un integrante de la banda del temible Mauro Vásquez Guerra. En varias de las fotos, “el Camba” aparece junto a conocidos pandilleros de la la ciudad de Cobija, vinculados al narcotráfico.
Lo curioso es que las autoridades llamadas por ley para controlar y combatir el crimen organizado y sus violentas expresiones como el sicariato —en este caso la Fiscalía y la Policía— no han detenido a los cuchilleros de San Simón. El “Camba“, que presuntamente llegó a Cochabamba desde la ciudad de Cobija, no ha sido en ningún momento requerido por autoridad alguna; se desconoce su paradero después de haber apuñalado a un estudiante. Por el contrario las autoridades judiciales mantienen tras las rejas a uno de los dirigentes más esclarecidos de la revuelta universitaria, el secretario ejecutivo de la FUL Jarlin Coca, quien no es precisamente un sicario cuchillero.
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