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lunes, 25 de mayo de 2015
Hay dos gremios corporativos que luchan por el poder en San Simón
Estudiantes y docentes en la Universidad uayor de San Simón (UMSS) han conformado gremios corporativos con tanto poder que solo se preocupan por ascender hacia los cargos más altos, dejando de lado la parte académica.
“Hablar de academia e investigación es para algunos docentes como mencionar una mala palabra”.
Estas afirmaciones corresponden al docente titular universitario Roberto Fernández Terán, quien es catedrático en San Simón desde 2002 en la Facultad de Humanidades.
Agrega que los grupos de poder se juntan y se reproducen por una relación casi clientelar. “Dan apoyo, pero piden a cambio algo, en este caso el voto en las elecciones. Esta es una forma antigua de hacer política en la Universidad y eso está matando la parte académica”.
Por su parte, el sociólogo e investigador Jorge Komadina asegura que la crisis en San Simón es muy compleja y considera que el principal obstáculo para su resolución son “las estrategias y cálculos políticos y corporativos de los principales actores”.
“Las posiciones actuales son radicales e intransigentes, es una pulseta por el poder, predomina una lógica del ‘todo o nada’. Mientras no se desmonten estas visiones apocalípticas no habrá una solución sostenible y convincente”, apunta.
INTRANSIGENCIA
A su turno, Fernández presagia que el conflicto por el que atraviesa actualmente la universidad es difícil de resolver porque "existe una serie de empate catastrófico entre las autoridades y los estudiantes. Esto equivale a decir que los sectores enfrentados no ceden un milímetro en sus posiciones”.
A su turno, Komadina señala que en su opinión, la Resolución 01/15 ha precipitado innecesariamente el conflicto, cuando habían otras formas de resolver la demanda de los profesores extraordinarios.
“Pero insisto en que la crisis es estructural y su responsabilidad atañe finalmente a los órganos de co-gobierno; es decir, es una co-responsabilidad, que además involucra a las gestiones pasadas que aplicaron discrecionalmente la normativa y debilitaron la institucionalidad universitaria”, refuerza.
PROMESAS
Para conseguir el apoyo de sus bases, tanto estudiantes como docentes lanzan promesas, muchas de ellas irracionales, según Fernández, y las tratan de cumplir de cualquier modo, porque de esa manera ganan votos y, por ende, obtienen más poder.
Por ejemplo, los dirigentes de la FUL lucharon en abril de 2013 para que la carrera de Veterinaria, que dependía de Agronomía, se convierta en Facultad, así como Forestal y Desarrollo Rural. El objetivo era obtener representación política en el Consejo Universitario y mayor poder.
Los universitarios, asimismo, pedían cursos gratuitos de invierno y verano, pero según Fernández no es posible equiparar toda la carga horaria de un semestre en tan solo un mes.
Académicamente solo se llevaba un 30 por ciento de lo que se avanza en un semestre, por lo que no tienen sentido los cursos de invierno o verano, “pero desde el punto de vista de la reproducción del poder, los estudiantes necesitaban réditos políticos electorales, votos para seguir en el poder”.
Y después se desató el conflicto de los docentes, en septiembre de 2014, quienes pedían titularización de facto para aquellos que no eran titulares, en vísperas de las elecciones para rector, y empezaron una serie de movilizaciones, con un paro académico que duró un mes.
“En el fondo, lo que estaban haciendo estos docentes era perfilarse para las elecciones para rector, es decir conseguir un beneficio para los extraordinarios y pedir su voto a cambio” afirma.
HA TOCADO FONDO
“Esta es probablemente la crisis más profunda desde la violenta intervención de la dictadura de (Luis) García Meza, que conculcó la autonomía universitaria”, advierte el docente universitario Jorge Komadina, al referirse al conflicto que afecta a San Simón.
Pero a diferencia de esas épocas, continúa, la contradicción principal no es la confrontación entre Gobierno y universidad, es una crisis interna que enfrenta a los estamentos, es una lucha por el poder universitario.
“En otras épocas, San Simón enfrentó situaciones muy complejas porque tenía fuerza política, había un sujeto colectivo: el movimiento universitario, constituido por estudiantes y docentes. Hoy en día, ese movimiento no existe, se ha perdido una visión de conjunto, los intereses corporativos predominan sobre el interés de la institución”, abunda Komadina.
BUROCRÁTICO
El sociólogo considera que el reglamento (para el proceso de titularización) es extremadamente burocrático, oneroso, centralizado, poco transparente y susceptible de manipulación política.
“Los propios estudiantes lo cuestionaron en algún momento. Yo diría que el concepto de titularidad es en sí mismo obsoleto”, apunta.
En su opinión, la no aplicación de ese reglamento obligó a la UMSS a la contratación masiva de docentes eventuales o extraordinarios. Es decir, el mecanismo de excepción se convirtió en una regla.
El resultado es que actualmente el 75 por ciento del plantel docente no goza de la condición de titularidad.
“Ahora bien, esos profesores carecen, ciertamente, de seguridad laboral, pero también, dada su precaria situación, fueron y son objeto de manipulaciones por parte de las autoridades facultativas, son profesores de segunda. Por tanto, su demanda es legítima, sin duda alguna. El problema es que el mecanismo empleado para lograr la titularización no está adaptado al reglamento docente y, en consecuencia, se ha producido una colisión jurídica con el Estatuto Orgánico de la UMSS”, puntualiza Komadina.
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