Inspirar, conectar y orquestar son los tres verbos favoritos del Centro de Innovación Anacleto Angelini de la Pontificia Universidad Católica (UC) de Chile; los tres resumen para ellos el trabajo mediante el cual persiguen consolidar el ecosistema apto para impulsar el emprendimiento en ese país.
Concebido como un centro multidisciplinario y generalista, acoge tanto proyectos de innovación, como iniciativas de emprendimiento de alto impacto económico, social y cultural. Su presidente ejecutivo, Alfonso Gómez Morales, visitó La Paz la pasada semana por invitación de la Universidad Católica Boliviana (UCB) San Pablo, en el marco de sus actividades conmemorativas a su aniversario 50.
Gómez Morales no sólo se dedica a la docencia de emprendedores e innovadores, sino también es emprendedor. Ha sido parte de la innovación casita Sodimac y socio fundador de Apple Chile, Unlimited y Virtualia, la primera red social desarrollada en Chile.
¿Cuál es el trabajo que realiza el Centro de Innovación y de qué forma se relaciona con la sociedad para lograr impacto?
El Centro cumple la tarea fundamental de enfocar el emprendimiento como un trabajo multidisciplinario, como base del cambio cultural de la sociedad, para darle lo que nos gusta llamar una esperanza radical que, en innovación y en emprendimiento, es dar la semilla para un desarrollo completo, un desarrollo que queremos ver como inclusivo, sustentable en el tiempo, y al mismo tiempo veloz, algo que se dice menos pero creemos que es muy importante. Por lo tanto, al Centro lo vemos como un lugar donde tenemos que conjugar tres verbos fundamentales; nosotros decimos que estamos ahí para inspirar, conectar y orquestar este gran acto de toda la universidad y de toda nuestra sociedad para generar una cultura pro-innovación y pro-emprendimiento.
Dentro del emprendimiento y la innovación se habla del ecosistema favorable. ¿De qué manera desde ese centro coadyuvan para que éste se consolide en Chile?
El Centro de Innovación, el lugar mismo, es parte de la respuesta. Es un edificio importante del que nos sentimos bastante orgullosos, porque el arquitecto ganó este año el Premio Pritzker , que es como el Nobel de arquitectura. En el edificio de 11 pisos tienen lugar una serie de actividades, algunas académicas y muchas tendientes a producir ese puente entre la universidad y el medio, que tanto hace falta en nuestros países. Está diseñado para eso; conozco unos 30 centros en distintos países y no conozco otro que se le parezca. Éste tiene también su identidad propia, allí convocamos no sólo al mundo académico o a nuestros alumnos de pregrado y de posgrado, sino también al sector empresarial y al público y nos vemos como un articulador. Por eso nos gusta la palabra orquestar, creer que lo que hacemos ahí es orquestar conversaciones pero también proyectos para mostrar un camino a toda la sociedad.
¿Cómo describe usted el ecosistema chileno? ¿Están dispuestas todas las áreas como para impulsar el emprendimiento en diferentes escalas?
Chile no es una excepción en cuanto a que, en general, en América Latina la presencia de proyectos de emprendimiento e innovación impulsados desde el sector privado todavía es baja, me refiero a los que tienen una base de conocimientos sofisticada, enraizados en el conocimiento científico-tecnológico. En el Centro nos gusta creer que existe un avance de emprendimiento ya operativo dentro de nuestra sociedad, pero muchos son emprendimientos más bien de supervivencia. No tenemos nada contra eso, pero estamos enfocados en aquellos de alto impacto, buscamos que los emprendedores no vean sólo el mercado local como su objetivo, sino que se conecten con el global, porque un país de 17 millones de habitantes como Chile no tiene el mercado del tamaño para desarrollar muchos emprendimientos que nos interesarían.
La segunda manera en que buscamos el alto impacto es cultivando desde el Centro emprendimientos sociales. Desde mi perspectiva cualquier emprendimiento es social, siempre abarca a un grupo de personas y está destinado a llevar algo a alguien. Pero, creo que se justifica que en nuestra época usemos este emprendimiento, con apellido, para hacer énfasis en aquellas iniciativas que buscan generar desarrollos que impactan de manera predominante ya sea a sectores de la población que se nos han quedado rezagados o a temáticas con un innegable impacto positivo en la sociedad.
¿El impacto social se puede entender como un paso que sigue a la innovación que debe acompañar al emprendimiento?
Para nosotros innovación y emprendimiento son inseparables. A menudo nos referimos a ellos como las dos caras de una moneda y lo que los une es el elemento de creación de valor. Nuestra definición de innovación favorita -dado que no sólo se trata de inventar cosas- es: se innova cuando se diseña o se refresca la propuesta de valor de un sistema productivo en la sociedad. Y esa definición trae varias consecuencias, la primera es que si bien la ciencia y la tecnología son una fuente para innovar, no son la única; por eso resulta tan importante que el Centro es un proyecto multifacultad, nos encanta que la facultad es humanista, arte y diseño también son parte, ésta es una fiesta donde nadie queda fuera.
El Centro sobrevive invitando a empresas a ser socias y tiene distintas categorías de socios. Pero las compañías se acercan porque hoy , sobre todo las grandes -pero no sólo éstas-, saben que necesitan innovar para sobrevivir. En el mundo del emprendimiento existe startup -el joven que inicia sus primeros pasos-, el emprendimiento social que es un poco diferente y el de tipo científico tecnológico, que se basa muchas veces en investigaciones realizadas dentro de las facultades. Pero también nos gusta hablar de intraemprendimiento, el cual queremos propiciar dentro de las empresas.
¿Cuáles son los elementos importantes en la región para impulsar el emprendedurismo ? Se habla de mejor formación desde la niñez, de leyes que faciliten ese trabajo y de otros factores.
Diría que todo eso, pero es bueno recordar que estamos tras una transformación cultural, hay que distinguir primero un eje de tiempo: corto y largo plazo. Hay una serie de acciones que impulsar ahora, pero hay otras que no podemos pretender que den frutos antes de 20, 30 o 40 años. También está el eje disciplinario, aquí tenemos que hacer un llamado a que todas las disciplinas se sumen. Muchas veces nuestros científicos están a muy buen nivel, pero no tienen una tradición de transferir esos conocimientos a la sociedad. Necesitamos que todas estas disciplinas se empapen de esta tarea.
Finalmente, y no menos importante, necesitamos que el sector político muestre predisposición a que este ecosistema se forme, pero que esto no sea la bandera ni de las izquierdas ni de las derechas, sino como una causa país y en eso estamos empeñados.
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