De entre todos los órganos del cuerpo humano, el más complicado de estudiar y comprender es, sin duda, el cerebro. A diferencia de los otros, el cerebro depende de una serie de movimientos mecánicos y de variaciones celulares que lo hacen más complicado. Esto también incluye estímulos eléctricos e infinitas combinaciones y conexiones que se unen de un modo incomprensible y que hacen que el cerebro sea, por tanto, inexplicable.
Este es el motivo por el cual es imposible determinar las consecuencias o secuelas que se producen cuando una persona sufre daños cerebrales de cualquier tipo: el paciente podría perder la habilidad de comunicarse, tener problemas de memoria, quedarse ciego o ciega o podría incluso no sufrir ninguna secuela.
Hablamos con Andrea, un chico italiano que padeció un tumor cerebral tras el cual su memoria a corto plazo quedó dañada. A pesar de ello, Andrea encontró la técnica adecuada para seguir aprendiendo y de esta manera ha sido capaz tanto de crear nuevos recuerdos como de aprender tres idiomas. ¿Cómo es esto posible? Repasemos las diferentes técnicas cognitivas que existen.
Técnicas de aprendizaje
El profesor Luciano Mariani, pionero dentro del campo de la metacognición, clasificó diferentes estilos de aprendizaje dependiendo del modo en el que nuestro cerebro percibe la mejor manera de aprender y memorizar nuevos conceptos.
Si eres estudiante o recuerdas la época de la universidad, las siguientes frases te sonarán familiares:
"Para estudiar necesito silencio."
"Mi jornada de estudio ideal empieza pronto por la mañana."
"Si no estudio de noche, no me sirve de nada."
"Tengo memoria fotográfica, por eso tengo que subrayar todo en diferentes colores"
Bien, estas frases no han hecho más que confirmar la teoría del profesor Mariani: nuestro cerebro tiene preferencias claras a la hora de aprender.
Cómo elegir la técnica adecuada para ti
Contamos esencialmente con tres modalidades sensoriales que se podrían resumir en los siguientes tipos:
Visual:
cuando la persona recuerda mejor gracias a la asociación entre imagen y concepto.
Auditiva:
cuando la persona recuerda mejor a través de asociaciones entre sonidos y conceptos.
Cinética:
cuando la persona crea asociaciones entre conceptos y movimientos en el espacio para comprender y recordar mejor.
En el caso concreto de los idiomas, ¿cómo se traducen estas diferentes modalidades sensoriales? Alguien que pertenezca a la primera categoría tendrá la necesidad de "ver" las nuevas palabras (por ejemplo, a través de una fotografía o reescribiéndolas). Alguien que pertenezca a la segunda categoría, en cambio, recordará mejor los conceptos escuchándolos primero y, bueno, para los que tengan memoria cinética será más fácil aprender palabras moviéndolas en el espacio, por ejemplo, con Post-its para crear una frase.
Andrea pertenece a la primera modalidad y gracias a poder visualizar los distintos conceptos ha podido aprender tres idiomas. En el momento en que identifiques cuál es la estrategia mnemotécnica que mejor se adapta a tus necesidades, mejor y más rápido aprenderás.
La estrategia mnemotécnica perfecta para ti
Párate un momento a pensar en las cosas que mejor recuerdas, aquellas que no puedes olvidar… por ejemplo, un número de teléfono que tienes grabado en la memoria pero que no usas desde hace mucho tiempo.
Mientras lo recitas, ¿qué sucede? ¿Lo visualizas escrito? ¿Tal vez con los números en diferentes colores? ¿O ves como tu mano teclea esos mismos números en un teléfono? ¿Quizá pronuncias los números en parejas de manera que quede más o menos como un pareado? Una vez tengas claro cuál es el método que te funciona mejor, solo tendrás que aplicarlo a los idiomas. El secreto para las tres estrategias es trabajar con asociaciones, como por ejemplo, con notas de diferentes colores colocadas sobre objetos que te interesan en el idioma que estés aprendiendo. ¿Que tu hermano se llama Bruno? Perfecto, así te será más fácil acordarte de "brother", hermano, ya que ambas palabras empiezan por las mismas letras. My BRother BRuno suena bastante bien incluso, así seguro que no lo olvidarás.
También funciona intentar asociar el verbo con la acción que este desarrolla, o incluso mejor, poner esa acción en práctica.
Las estrategias o reglas mnemotécnicas también pueden combinarse: escribe una nota en diferentes colores, recítala en alto y cámbiala de lugar según la vayas aprendiendo y memorizando. ¡Así será difícil olvidarlo!
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