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miércoles, 2 de enero de 2019
UNI Cochabamba - arte para la vida
Mientras estaba hospitalizada por un problema de salud, Luz, de 85 años, tenía en mente una sola preocupación: se acercaba el día de la función de clausura de UNI3, la universidad para personas de la tercera edad en Cochabamba donde pasa clases. Era el acto de fin de temporada, no podía estar fuera, tenía que sanar lo antes posible para subirse al escenario. “Extrañaba bastante mis actividades, pero ni qué hacer, tuve nomás que quedarme en el hospital. Sin embargo, me recuperé, así que llamé por teléfono para que me consideraran, porque tenía que participar en la presentación”. Estaba angustiada.
“¿Cómo íbamos a decirle que no?”, cuenta sonriente María Julia Ruiz, la orgullosa directora de teatro que forma parte del plantel de UNI3, que busca mejorar la salud integral del adulto mayor. Esta universidad ha sido creada para atender a este grupo de personas que suele ser atacado por los problemas de salud que derivan de la soledad. Allí se organizan actividades destinadas a que “el cuerpo y la mente, el espíritu y las emociones de los adultos mayores vayan desarrollándose y fortaleciéndose”, explica Estela Mercado, directora ejecutiva de UNI3, institución creada en 1989 por Nelly Martínez de Jiménez. Con 29 años de servicio, tiene gran acogida por parte de los adultos mayores, sobre todo de mujeres: de los 150 inscritos de este año, solo seis fueron varones.
Luz Vacarreza Imaña es una de las alumnas más antiguas. Participa en estas actividades desde hace 25 años y para ella no hay cosa mejor que acudir a sus clases. “Ahora, hago teatro, gimnasia y yoga, ya no puedo pintar o hacer manualidades porque estoy perdiendo la vista”, cuenta.
UNI3 imparte educación no regular con especialistas en teatro, pintura, dibujo, memoria gimnasia mental, yoga, computación inicial, canto coral, manualidades, danza y ofrece también charlas de diversas temáticas. Usa ambientes prestados por diferentes instituciones para el desarrollo de todas sus actividades.
“En mi casa estaba sola porque mi esposo murió y mis hijos se fueron por todo lado. Me enteré de esta universidad y entré. Ahora es mi segundo hogar”, comparte Olga Lozano viuda de Tapia antes de salir al escenario. Mucha gente los ha ido a ver, así que están nerviosos.
Olga toma talleres de expresión corporal, gimnasia y teatro. “Voy todos los días a los talleres porque no tengo nada que hacer en mi casa. A mis 97 años puedo viajar sin ayuda, funciona bien mi cerebro y es muy bueno estar en compañía de las personas, por eso me desespero de salir de mi casa para venir a la universidad”.
Desde hace ocho años que está en UNI3, donde ha tejido grandes amistades. Eso le ayuda a relajarse, a reír, a tener compañía. “Las personas mayores que quedamos solas no somos tomadas en cuenta ya; nadie nos hace caso, nos hacen a un lado, especialmente la juventud”.
Para formar parte se debe pagar una matrícula: este año fue de Bs 300 y para la próxima gestión, que se inicia el 14 de febrero de 2019, costará Bs 350. La inscripción se hace en la Secretaría Permanente, que se encuentra en la Asociación de Jubilados de Comercio, ubicada en la calle Mayor Rocha 245, entre las calles Junín y Hamiraya. Para la inscripción se requiere la fotocopia del carnet de identidad, dos fotografías a color y llenar una ficha.
Los instructores son docentes universitarios que a la par de enseñar, también aprenden. Es el caso de Isabel Ríos de Oropeza, que empezó dando charlas y desde 2010 colabora en la parte contable e imparte materias como memoria gimnasia mental. “También soy alumna. Me encanta el teatro y la expresión corporal.
Cuando una es joven trabaja y trabaja y no hay tiempo para nada; ahora, con esas actividades salgo con la camiseta mojada”.
Los 68 años de Isabel se quedaron solamente en el carnet: como casi todas las demás alumnas, es una mujer muy activa, con ganas de comerse el mundo porque ahora tiene todo el tiempo necesario para dedicarlo a su desarrollo integral.
Aidé Huayna (73) asegura que ese es uno de los principios de la universidad. “Primero soy yo, tengo que amarme y eso implica tener tiempo para una”. Ella hace teatro, expresión corporal y baila. “Una amiga me avisó de esta universidad y me inscribí. Ya estoy ocho años y para mí es una vida nueva”. Y el cambio se nota: desde su ingreso a la “U” los médicos vieron mejoras en su estado físico. “Me han dicho que siga viniendo y eso me alegra: tengo amigas, con ellas hacemos de todo, reímos mucho y, sobre todo, nos tenemos cariño”.
Aquí el título profesional no existe, las calificaciones son puros momentos felices. Cada quien evalúa su trabajo y no hay mejor examen que mostrar a los demás lo aprendido durante el año. Para esto, cada cierre de gestión se organiza una presentación en que se exhiben los logros. Este año, el colegio Laredo les abrió las puertas para el espectáculo. Por eso, cuando María Julia le dijo a Luz que sí podía participar en la obra a pesar de no haber ensayado los días que estuvo internada en el hospital, ella se llenó de nuevas energías.
“Ahora estoy aquí”, dice mientras se alista para salir a escena. “Esto me ayuda a ser optimista, a ser mejor, a poder luchar”.
Comienza la gala. Hay de todo: canto, danza, teatro... Todo lo aprendido se muestra en las tablas. Llueven los aplausos y los rostros sonrientes. Estos adultos mayores no solo tienen una vida activa, sino que brillan bajo las luces del escenario y sorprenden a los más jóvenes con un talento que despierta y se desarrolla cada vez más en las aulas de la universidad.
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