En reciente columna de Juan José Toro Montoya (Premio Nacional en Historia del Periodismo), publicada en medios de prensa, se refiere sobre los catedráticos de las universidades públicas afirmando que en esta cuarentena “ tampoco están haciendo nada porque se resisten a utilizar la tecnología para seguir enseñando”, que además “no están trabajando, pero están cobrando” y, finalmente, concluye indicando que “no podemos desarrollar ni el teletrabajo ni la teleeducación porque no faltan los inútiles y mañudos que harán fracasar nuestros planes”.
No voy a referirme a la ética y altura que debería observar un periodista ganador de un Premio Nacional, al emitir ese tipo de calificativos al plantel docente de las universidades. Y tampoco, a las medidas legales o de otro tipo que las universidades aludidas podrían tomar para responder esta opinión. Pero me quedan las siguientes interrogantes, que como sociedad debería preocuparnos: ¿se puede insultar a través de la prensa sin tener fundamento?; ¿hay límites para el uso de adjetivos de parte de un articulista? ¿La Ley de Imprenta impone límites o es absoluta la impunidad del articulista?; ¿la libertad de expresión absuelve de toda responsabilidad al medio de comunicación y al articulista?; ¿es permitido utilizar adjetivos peyorativos para referirse a un tema?
Lo que sí quiero hacerle conocer al mencionado articulista, son algunas de las actividades con que la Universidad Mayor de San Ándres (UMSA) y sus docentes han respondido en esta cuarentena con todo su potencial científico, para enfrentar la pandemia global: el diseño y construcción de un equipo ventilador mecánico certificado por Norma ISO, construido por investigadores y docentes del Instituto de Investigaciones Mecánicas de la Facultad de Ingeniería, probado exitosamente en el Hospital de Clínicas y listo para la fase de producción a escala comercial; el Instituto Seladis está prestando el servicio de diagnóstico para casos de COVID-19; el Instituto Ipedroq conjuntamente el Instituto de Mecánica han diseñado e instalado una planta de agua electrolizada oxidante para desinfección y eliminación de bacterias en predios del Gobierno Municipal de La Paz. La Facultad de Agronomía con sus docentes e investigadores se ha integrado a la Comisión Interinstitucional de Abastecimiento, liderada por el Ministerio de Desarrollo Rural, para dar solución a la problemática de abastecimiento de alimentos a la población; la Facultad de Humanidades está difundiendo cápsulas informativas con consejos prácticos para afrontar la cuarentena; la Facultad de Medicina con sus docentes ha publicado la revista “Todo lo que debes saber sobre el coronavirus”.
Los docentes de la Facultad de Medicina con el Comité Operativo de Emergencia realizaron diferentes modelos para proyectar el comportamiento del COVID-19 en Bolivia, así como la proyección de las necesidad de camas, unidades de terapia intensiva y los diferentes tratamientos que se están probando en el mundo; varios docentes e investigadores a través del Canal Universitario han estado informando a la población acerca de la temática científica del coronavirus; el Dipgis y varias facultades han desarrollado video conferencias sobre educación virtual; el Decano de la Facultad de Ingeniería Martin Mayori, en tiempo récord, ha desarrollado un curso virtual para capacitar a cientos de docentes de ingeniería que ya están utilizando dicha plataforma desde el inicio de la pandemia, etc, etc.
Las otras universidades públicas y catedráticos también han respondido responsablemente a esta coyuntura y por eso sería mejor referirnos a ellos como docentes “Innovadores y comprometidos”, por respeto a nuestra Alma Mater y porque nos ha provisto de conocimientos universales para el ejercicio profesional con ética y respeto a los demás.
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