El rector de la EMI Iván Omonte, que presentó la mascarilla en un acto en esas instalaciones, dijo que la estructura del equipo de bioseguridad cuenta con un diseño ergonómico de polietileno de baja densidad, semiflexible y con una válvula de exhalación para reducir la humedad al interior, aspectos que proporcionan mayor comodidad al usuario.
Asimismo, tiene dos filtros laterales intercambiables impregnados con esencia de eucalipto, elaborados especialmente para contener bacterias.
Un uniformado se coloca el equipo tras el acto.
Omonte señaló que de acuerdo con las normativas impuestas por el periodo de cuarentena, el personal militar tiene la ardua tarea de patrullar, por lo que la mascarilla se adecúa al uniforme reglamentario, puede ser lavada y desinfectada de acuerdo con protocolos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Explicó que la mascarilla puede ser utilizada durante varias horas, posee un diseño liviano y muy bien equilibrado con sus filtros instalados. A su vez, posee dos correas de sujeción, para evitar la tensión en las orejas.
“La mascarilla autofiltrante de combate se puede utilizar en una amplia gama de aplicaciones como complemento a las medidas de bioseguridad. Son especialmente útiles en entornos en los que el usuario necesita una protección facial ligera. Su importancia radica en la ergonomía y comodidad. Al ser de filtros reemplazables, permite que la mascarilla tenga uso para otras circunstancias con otro tipo de filtros (humo, polvo y gas, entre otros)”, especificó Omonte.
Indicó que por el momento la mascarilla fue distribuida sólo al personal militar, pero se prevé que después pueda ser comercializada entre civiles, como medida de bioseguridad para acudir a los supermercados, farmacias, moverse en el transporte público, oficinas y hospitales.
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